Monica Yrrarazabal
Asociada sénior del Departamento Mercantil de Garrigues (Perú). Monica es abogada por la Pontificia Universidad Católica del Perú y candidata a LL.M. en Columbia Law School.
Sumilla
El presente artículo desarrolla lo que se entiende por open banking o banca abierta y la regulación que este debería tener, considerando la tendencia del mercado peruano respecto a las preferencias de los ciudadanos sobre el uso del efectivo, plataformas de internet, aplicativos, etc.
Estos meses se ha hablado mucho del open banking o banca abierta, resaltando los beneficios que esta herramienta brindaría a los peruanos, especialmente en tiempos de pandemia.
Para su implementación en el Perú hacen falta cambios normativos al marco legal vigente, y un aspecto importante que este deberá tomar en cuenta es que dicho marco normativo debe verse acompañado de -y sobretodo incentivar- un cambio estructural a nivel social y cultural.
Este artículo pretende analizar brevemente los aspectos clave que debería incluir la nueva legislación, tomando en consideración la evidente preferencia de una gran cantidad de ciudadanos por el uso del efectivo, su aversión al riesgo y la aún vigente desconfianza en la banca comercial, sus plataformas de internet y aplicativos web.
Definición de «open banking«
La terminología nació en el 2015 con la creación del Open Banking Working Group por parte del gobierno británico. Este grupo tuvo como objetivo el desarrollo de definiciones y protocolos que se utilizan para desarrollar e integrar el software de aplicaciones denominados estándares de interfaz abierta (APIs, por sus siglas en inglés).
Entonces, ¿qué es la banca abierta? La banca abierta se refiere principalmente a la práctica por parte de los consumidores financieros de dar acceso (por medio de una autorización expresa) a proveedores, distintos al banco o entidad financiera, a sus datos financieros, de forma digital y segura. Así, mediante esta práctica, el banco o entidad financiera comparte información de sus clientes con terceros, con la finalidad de que se puedan proveer mejores servicios digitales y de esta manera se optimice el servicio al usuario.
¿Qué quiere decir esto? Que nosotros, los consumidores financieros, tendríamos el control de nuestros datos y por medio de la banca abierta autorizaríamos a las entidades financieras de las cuales somos clientes a que estos brinden nuestra información personal y transaccional a terceros, que podrían ser fintechs, startups u otras industrias, a efectos de que estos últimos puedan idear la mejor manera de brindarnos un servicio personalizado (productos tailor made).
Siendo ello así, la banca abierta aporta eficiencia al mercado financiero, a través del valor de nuestros datos, mejorando la oferta de servicios financieros tanto en volumen como en costos y, sobre todo, personalización. Creando además negocios financieros más competitivos, en la medida que implica el flujo de datos estratégicos entre competidores (o potenciales competidores) en el mercado de los servicios financieros.
A través de la banca abierta, se pretende proporcionar a los agentes o proveedores del mercado financiero un acceso abierto a los datos del consumidor a través de un tercero, para poder ofrecer alternativas de servicios más competitivos y mejores en términos de precio, calidad y sobre todo innovación, y por qué no, desarrollar nuevos productos.
Sin embargo, muchos nos podríamos ver reacios a entregar nuestra información personal y protegida actualmente por ley a terceros; por lo que para que esta práctica funcione en un país como el nuestro, se necesita de la intervención de las autoridades gubernamentales y de los participantes y/o posibles participantes de este mercado, para que en conjunto diseñen un marco regulatorio que brinde las herramientas que necesitan los participantes, por ejemplo un sandbox regulatorio. Asimismo, que otorgue las facultades necesarias que permitan y faciliten a los consumidores financieros el otorgamiento del consentimiento de manera segura y en las condiciones que los clientes aprueben. Y, finalmente, que refuerce el sistema a través de un esquema de supervisión correcto que vele por la seguridad cibernética y prevenga fraudes o robos.
Tendencia del mercado peruano
Según datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática – INEI a finales del año 2019, seiscientos mil peruanos preferían mantener sus ahorros fuera de una entidad financiera. De acuerdo a la información de la Enaho, esta cifra representa al doce por ciento (12%) de la población adulta en el país, que aún no confía en el sistema financiero. Asimismo, a dicha fecha solo el cuarenta y cuatro punto uno por ciento (44.1%) de peruanos tenían al menos una cuenta de ahorro.
Las cifras antes expuestas no han variado mucho entre el 2019 y el 2020, y al mes de setiembre del 2020 siguen siendo elevadas, tal y como señaló la ex ministra de economía y finanzas, Maria Antonieta Alva, quien indicó en el mes de setiembre de este año que había catorce millones de peruanos adultos que a dicha fecha todavía no tenían una cuenta en alguna empresa del sistema financiero.
A pesar de que aún se lucha por lograr una mayor inclusión financiera, a la banca presencial le siguió la banca “online” y los pagos digitales, opciones que muchos peruanos han tenido que aceptar de alguna u otra manera, especialmente, durante la cuarentena y el recrudecimiento de la pandemia.
Sin embargo, estos servicios también han generado más de un dolor de cabeza a varios usuarios por distintos problemas, en su mayoría relacionados con fraudes o robos cibernéticos.
En este contexto, ¿los peruanos aceptarán ir un paso más allá y darle la oportunidad a la banca abierta y desacostumbrarse al resguardo de sus datos? La respuesta es incierta por el momento, pero consideramos que una vez que se indiquen las reglas del juego, la banca abierta podría ser bien recibida por los usuarios, ya que esta les permitiría acceder a mejores servicios y mayores competidores, oportunidades de fidelización, e incluso la movilidad de los consumidores a través de diferentes proveedores de servicios, ahorrándoles futuras insatisfacciones.
Para ello, como hemos comentado antes, la regulación es la clave para promover la competencia entre proveedores de servicios y establecer reglas mínimas pero claras en la búsqueda de generar mayor confianza en este sector.
¿Qué aspectos mínimos debería comprender la regulación de la banca abierta?
Una primera preocupación que deberá abordar la legislación es el tipo de información que deberá compartir la entidad financiera. Si revisamos la experiencia de otros países que ya han desarrollado un marco normativo y/o un mercado, normalmente la información compartida versa sobre los datos de los productos y servicios contratados por el cliente, datos transaccionales de los clientes, incluyendo servicios de pago y, naturalmente, los datos que se brindan para el registro del cliente ante la entidad financiera.
Cabe señalar que, actualmente, la Ley de Protección de Datos Personales, aprobada mediante la Ley No. 29733, y su Reglamento, aprobado mediante Decreto Supremo No. 003-2013-JUS, establecen que el cliente debe otorgar una autorización previa, expresa e inequívoca (siendo necesario además que dicha autorización conste por escrito en caso se trate de datos sensibles), a fin de que el receptor de los datos pueda compartirlo con un tercero, para lo cual es importante indicar con quién compartiría estos datos y con qué finalidad. Asimismo, cabe resaltar que la normativa precedente dispone excepciones al deber de consentimiento previo, cuando los datos sean necesarios para la ejecución de un negocio o relación contractual en la que el titular de los datos personales sea parte, o cuando se trate de datos personales que deriven de una relación profesional del titular y sean necesarios para el desarrollo o su cumplimiento.
Dentro de este aspecto, consideramos que es trascendental que la normativa estandarice el tipo de información que deberá transferirse y los parámetros de intercambio de los datos personales y sensibles, así como que establezca las obligaciones de cada participante y responsabilidades ante cualquier incumplimiento de los mismos.
Consideramos que también es importante que se establezca la obligatoriedad de la banca abierta, sin que medie la voluntad de la entidad financiera, para poder crear un mercado más competitivo, en donde se reduzca la asimetría de la información entre competidores y usuarios. El carácter de obligatoriedad uniformizaría el control de los datos compartidos y ampliaría las soluciones financieras digitales, lo cual se encuentra directamente relacionado con la inclusión financiera, dejando de lado cualquier posibilidad de incurrir en prácticas discriminatorias.
Por otro lado, y no siendo menos importante, la normativa deberá analizar la mejor manera de promover la innovación y la neutralidad tecnológica y, a la vez, lograr que el flujo de la información sea seguro. Una normativa que logre que los datos sean transferidos de manera segura coadyuvará a que el usuario mantenga la confianza en el sistema y le vaya perdiendo el miedo al mundo digital, este es uno de los mayores retos de esta regulación. Para ello, consideramos oportuno que se establezcan estándares mínimos para la verificación de la identidad digital, y así evitar robos o fraudes cibernéticos, asimismo, que se regule a las empresas dedicadas a implementar desarrollos tecnológicos innovadores en materia de riesgos operativos y tecnológicos y de lavado de activos.
Finalmente, consideramos que el esquema de supervisión deberá ser proporcional a la actividad. Deberá respetarse el principio de proporcionalidad a efectos de que las obligaciones y sanciones de los participantes no terminen fijándoles restricciones que impacten negativamente en este mercado emergente.
No queda duda de que la normativa deberá ser flexible y apuntar a establecer estándares mínimos, considerando la complejidad del mundo digital y que la tecnología está en constante cambio. También, que su implementación deberá darse de manera paulatina y por etapas y deberá estar fuertemente acompañada de campañas de marketing que promocionen las ventajas y fortalezas de la banca abierta. Pero, además, se necesita de un marco normativo que permita a los consumidores tomar decisiones informadas, logrando así que la industria se vuelva más efectiva y competitiva.